LA MISERICORDIA
«CARTA A UN MINISTRO» DE SAN FRANCISCO
I
Introducción
El papa Francisco ha anunciado un año dedicado a la misericordia con la bula «Misericordiae
vultus», publicada el 11 de abril de 2015. Comienza el próximo día 8 de
diciembre de 2015, fiesta de la Inmaculada, Patrona de la Orden Franciscana.
Además, estamos celebrando el año dedicado a la Vida Religiosa. Estos dos
acontecimientos eclesiales me han llevado a comentar la «Carta a un Ministro» de San Francisco, donde logra el
mensaje más evangélico sobre la misericordia que se haya enseñado en una carta
en la historia del cristianismo.
San Francisco escribe la carta entre la Regla no Bulada (1221) y la Regla
Bulada (1223). La forma de la misiva es pesada y monótona, y muestra la
evolución legislativa de la Orden hasta la aprobación de la Regla definitiva
por el papa Honorio el 29 de noviembre de 1223[1].
Está dentro de una lógica de gobierno la solicitud que un
Ministro provincial hace a Francisco de retirarse a un eremitorio debido a los
problemas que le presentan los hermanos, porque las responsabilidades de los ministros y custodios al inicio
de la Orden son extremadamente delicadas.
El mismo Francisco sintió esa tentación,
aunque sus motivos fueran por una idea de perfección cristiana que predominaba
entonces en el ambiente[2].
En este tiempo, —aún no hay una verificación amplia y prolongada
del cumplimiento de la Regla no bulada—, ingresan muchos hermanos y no se da un
control adecuado de los candidatos, pues no existen cuadros de formadores
preparados para enseñar a vivir las exigencias de la vida evangélica, ni hay
una vigilancia de los frailes que van por el mundo para predicar la Buena
Noticia de Jesús[3].
Frente a ello, todavía «preside» la Orden el testimonio de Francisco de seguir
a Jesús pobre y crucificado; es un estilo de vida que es difícil de imitar para
muchos hermanos que forman la Orden en este tiempo. Entre estas dos realidades,
relajación con descontrol de los frailes y ejemplaridad de Francisco, se
encuentra el Ministro, y prefiere abandonar las responsabilidades de gobierno
para llevar una vida de unión con Dios en los eremitorios[4].
Al final, lo que le interesa es salvar su vida. Y a este objetivo fundamental
de la fe contesta San Francisco.
Dividimos la Carta en cinco capítulos, y según su contenido: 1.-
bendición; 2.- sufrimiento, obediencia y gracia; 3.- amor y contemplación; 4.-
amor misericordioso[5]; 5.-
legislación
Carta a un Ministro
1.-
A fray N., ministro: El Señor te bendiga (cf. Núm 6,24).
2.-
Te digo, como puedo, acerca del caso de tu alma, que aquellas cosas que te
impiden amar al Señor Dios, y cualquiera que te hiciere impedimento, ya frailes
ya otros, aun cuando te azotaran, debes tenerlo todo por gracia. Y así lo
quieras y no otra cosa. Y esto tenlo por verdadera obediencia del Señor Dios y
mía, porque sé firmemente que ésta es verdadera obediencia. 3.- Y ama a aquellos que te hacen esto. Y no
quieras otra cosa de ellos, sino lo que el Señor te diere. Y ámalos en esto; y
no quieras que sean mejores cristianos. Y ten esto por más que un eremitorio.
4.-
Y en esto quiero conocer si tú amas al Señor y a mí, siervo suyo y tuyo, si
hicieres esto, a saber, que no haya algún fraile en el mundo, que haya pecado
todo cuanto haya podido pecar, que, después que haya visto tus ojos, nunca se
retire sin tu misericordia, si busca misericordia. Y si no buscara
misericordia, pregúntale tú si quiere misericordia. Y si pecara mil veces
después delante de tus ojos, ámalo más que a mí, para que lo atraigas al Señor;
y ten siempre misericordia de los tales. Y, cuando puedas, comunica a los
guardianes que por tu parte estás resuelto a obrar así.
5.- En cuanto a todos los capítulos, que hay
en la Regla, que hablan de los pecados mortales, con la ayuda del Señor en el
capítulo de Pentecostés, con el consejo de los frailes, haremos un capítulo de
este tenor: Si alguno de los frailes, instigándolo el enemigo, pecare
mortalmente, esté obligado por obediencia a recurrir a su guardián. Y todos los
frailes que sepan que ha pecado, no le causen vergüenza ni detracción, sino
tengan gran misericordia acerca de él, y mantengan muy oculto el pecado de su
hermano; porque no tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos
(Mt 9,12). Igualmente por obediencia estén obligados a enviarlo a su custodio
con un compañero. Y el custodio mismo atiéndale misericordiosamente, como él
querría que se le atendiese, si estuviera en caso semejante. Y si cayere en
otro pecado venial, confiéselo a un hermano suyo sacerdote. Y si no hubiere allí
sacerdote, confiéselo a un hermano suyo, hasta que haya sacerdote que lo
absuelva canónicamente, como se ha dicho. Y éstos no tengan enteramente
potestad de imponer otra penitencia sino ésta: Vete y no peques más (cf.
Jn 8,11).
Este
escrito, para que se observe mejor, tenlo contigo hasta Pentecostés; allí
estarás con tus frailes. Y estas cosas y todas las otras que se echan de menos
en la Regla, con la ayuda del Señor Dios, procuraréis completarlas[6].
[1] Bula Solet annuere; cf. Francisci
Assisiensis ‘Scripta’ critice edidit Carolus Paolazzi ofm. Hispanicam versionem scriptorum
S. Francisci curavit Isidorus Rodriguez Herrera (†). Hispanicam versionem ex
lingua italica ac totius operis revisionem curavit Raphael Sanz Valdivieso ofm.
Editiones Colegii Sancti Bonaventurae Ad Claras Aquas, Grottaferrata (Roma),
2014, 160 (en adelante citamos Scripta);
I. Rodríguez Herrera, Los
escritos de San Francisco de Asís. Murcia 2003, 338 (en adelante citamos, Los
escritos).
[2] Cf.
San Buenaventura, Leyenda
Mayor 4,2; 12,4; Florecillas 16.
[3] El
papa Honorio promulga el 22 de septiembre de 1220 la bula «Cum secundum», en la
que escribe: «Prohibimos además que alguno pueda salir fuera de la obediencia
con el hábito de su religión y corromper la pureza de su pobreza».
[4] Regla
de los Eremitorios, Paolazzi
340-345.
[5]
Bibliografía sobre la carta: F.
Aizpurúa Donázar, «”Y los traté
con misericordia” (Tes 2). Una lectura social del icono del abrazo del hermano
Francisco con el leproso», en Sel. Fran. 97
(2004) 47-62; M. Ávila, «La carta
a un ministro», en Sel. Fran. 69
(1994) 453-463; K. Esser, «”De la
virtud que ahuyenta el vicio” (Admonición 27 de San Francisco)», en Sel. Fran. 63 (1992) 323-328; M. Á. Lavilla, «La misericordia en San
Francisco de Asís», en Sel. Fran. 77
(1997) 263-283; P. Maranesi, Facere misericordiam. La conversione di
Francesco d’Assisi: confronto critico tra il Testamento e le Biografie.
Santa Maria degli Ángeli (Assisi) 2008; J.
A. Vives, «La caricia materna de Dios Padre en San Pablo y en San
Francisco,» en Sel. Fran. 84 (1999)
357-368.
[6] Paolazzi,
Scripta, 164-167.
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