¿CUÁL ES LA IMAGEN
DEL DIOS INVISIBLE?
Pilar
Sánchez Álvarez
Instituto
Teológico de Murcia OFM
Pontificia
Universidad Antonianum
Pero las palabras tienen vida porque nacen y mueren, se
desvirtúan, cambian de sentido, dejan de usarse, o desaparecen del
lenguaje habitual.
¿Qué ha pasado con la palabra Dios?, ¿se ha dejado de
usar en la sociedad del siglo XXI, escondiéndola como palabra incompatible con
la ciencia, en este mundo de progreso e intelectualidad?, ¿se ha desvirtuado,
tomando el sentido de pequeños dioses, de magia supersticiosa, de energía que
pulula por el universo?, ¿ha muerto esa palabra Dios que ha movido a los
hombres a grandes hazañas?
Cuando el hombre se ha hecho centro del mundo, y ha
conquistado todos los ámbitos, cree que tiene que derribar todos los
poderes para sentirse libre y ser el único soberano. Es en este momento cuando
sospecha de Dios, porque al considerar a Dio todopoderoso, poder supremo,
lo considera una amenaza a la libertad.
La religión cristiana cree en Dios, esa palabra está
llena de contenido, un contenido que orienta su vida completa. El propio
matemático, Whitehead, afirmaba a Dios como el compañero de sufrimiento que
comprende.
El teólogo sostiene que el cristiano no tiene otra
“imagen de Dios invisible que su Hijo visible y no tiene otro libro en que
leerle que en la vida, muerte y resurrección de Jesús, que son su libro
abierto”.
¿Donde está la revelación suprema de Dios? ¿Cómo es
el contenido de esa palabra que el mismo Dios nos ha dado? La revelación
suprema de Dios tiene lugar en la muerte de Cristo, en la que se manifiesta
como cercanía solidaria, amor vulnerable, acercamiento «compadeciente».
La muerte de Jesús, nos revela que es compañero nuestro
de sufrimiento y amigo de camino. “La muerte del Hijo Jesús que el Padre sufre
sin anular a los culpables es así la máxima revelación de la querencia de Dios
para con los hombres y por ello la suprema posibilidad e invitación al hombre
para que se adentre con su querer en la querencia de Dios”. Hermosas palabras
que encierran el amor de Dios al hombre, y la invitación a la salvación.
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