Dios
en la ciudad
O. González de Cardedal
Por Pilar Sánchez Alvarez
Instituto Teológico OFM
Universidad Pontificia Antonianum
El libro de Olegario
González de Cardedal analiza una
situación actual, el alejamiento del hombre de Dios y la necesidad
de la presencia del cristiano en todos lo ámbitos para dar testimonio de
El. Concretamente examina la relación entre la condición de
ciudadano y la condición de cristiano en el hombre.
El libro esta dividido en tres partes
diferenciadas, la primera se pregunta por el lugar y tiempo de Dios, la segunda
Dios en Europa y la tercera son algunas cuestiones y problemas específicos.
Ante las numerosas preguntas que el hombre se hace sobre Dios,
una de ellas en si la fe nace como una necesidad del hombre indefenso o si Dios
es el único lugar donde se encuentra el hombre. Todas estas preguntas son de
naturaleza antropológica, metafísica, y
ética, anteriores a la política. Lo
mismo que toda la cultura hasta la mitad del siglo pasado fue rural, hoy se
ha desplazado a la ciudad y al mundo virtual y en todas se encuentra Dios. Para
responder a la relación que existe entre el hombre como ciudadano y el hombre
en su condición de cristiano, muestra un
concepto novedoso como cristianía, es decir, la convivencia y colaboración con
la Sociedad, el Estado y el Gobierno
derivada de la comprensión cristiana de la sociedad.
Las dos categorías de la que parte son la libertad y la persona.
Hay logros conseguidos que nadie pone en duda, como los derechos humanos, pero
hay situaciones límites, situaciones frontera,
posiciones entre máximos y mínimos, en las que el cristiano tiene que
estar presente, porque el cristianismo no es sólo individual, sino también social. Un Estado no puede imponer las convicciones
sino respetar la libertad de los ciudadanos donde no tiene que existir primacía entre creer o no
creer y no se puede reducir la religión
a un asunto privado ni suponer que toda religión es fundamentalismo.
Una pregunta del autor es ¿dónde esta ahora tu Dios?, es decir,
que lugar tiene Dios. Hay preguntas que no se pueden soslayar: preguntas del
hombre a Dios, de Dios al hombre, del hombre a sí mismo, del no creyente al
creyente y viceversa, y las respuestas se reducen a Dios esta en el hombre, con
el hombre, está en la interioridad, en la conciencia y en la exterioridad, en el prójimo. ¿Dónde
localizamos a Dios? Todo lugar es lugar apropiado para que Dios se manifieste
al hombre, pero los lugares generales y permanentes son: la persona, la iglesia
y la ciudad. Dios está en el corazón del mundo, en toda realidad, en toda la
humanidad y en toda posibilidad.
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K. Rahner |
Cada generación reconoce a Dios en algunos de estos lugares
señalados, en la interioridad (San Agustín), en la realidad objetiva exterior
(Tomas de Aquino o Rahner) en la contemplación (los místicos), en la actividad (Ignacio de Loyola o Teresa de Calcuta), en la vida de la iglesia
(Henri de Lubac o Congar) en la
responsabilidad social y política (
Pablo VI, Juan Pablo II o Gutiérrez).
El
cristiano actual debe recordar la dimensión social de la fe para permanecer viva en esta fe
tanto en la vida personal como en
la vida comunitaria.
Una de las
responsabilidades fundamentales de los países
de la cristiandad es pasar de una religión de herencia social a una
religión de elección personal. Desde la década de los 60 a los 80 se dieron
cuatro revoluciones como ha sido la sexual, la religiosa con el concilio, la
cultural con la revolución del 68 y la política con la democracia. Esto
repercutió en la sociedad, dando lugar a la secularización, y en el
individuo la secularización de la
conciencia. Lo más grave de estas consecuencias fue unir la política
progresista a principios antirreligiosos
y la reacción de los cristianos
debe ser el diálogo desde los principios
del concilio Vaticano II, porque el cristiano es un ciudadano más en la
sociedad en la que está insertado.
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G. Gutiérrez |
Después de realizar un juicio sobre las tesis de secularización
y de la privitazación de la religión,
Don Olegario expone las responsabilidades actuales y desafíos comunes de la
religión y la sociedad siguiendo las palabras de Benedicto XVI. Su pensamiento se basa en la defensa de la
libertad frente a la riqueza, a las
ideologías, las religiones y sistemas políticos; defensa del derecho contra la
violencia del fuerte frente al débil, la anarquía o la injusticia; defensa de
la persona frente a su destrucción y defensa de la familia frente a la
negación. “Cuando se niega a Dios, se disuelve la dignidad del hombre”.
La segunda parte presenta Dios en Europa. Muchos hablan de Dios
como un extraño en Europa, porque dan por concluida su afirmación y su
negación. En la Europa actual se ha dado una gran transformación, no sólo en la
economía, sino en la cultura, la política, la moral y la religión. Con la ayuda
de la sociología, los estudios estadísticos
dan cifras, nos permite
conocer la situación pero realmente no
dan la realidad de la fe.
Cuando se dan datos estadísticos son datos de una Europa
uniforme sin pensar que en realidad son
múltiples las naciones que la forman con características diferentes. En Europa,
la crisis de Dios es una crisis de cristianismo y la crisis del cristianismo es
una crisis de Dios. Cuando en muchas partes del mundo la religion permanece
constante o crece, en Europa decrece en
forma alarmante. Se está ante una profunda crisis de fe, incluso con una represión publicista de la fe en Dios.
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Y. Congar |
Esta inexistencia de
Dios puede ser por desconocimiento o ignorancia, por olvido, por pérdida debido
a la forma de vida, por negación teórica, bien por sustitución de Dios por ídolos o
como sufrimiento por la carencia de esa fe.
El autor se pregunta por las causas de esta crisis y enumera las siguientes: la contraposición de Dios a la funcionalidad
imperante de esta época, la contraposición entre fe y ciencia, el descrédito de
los propios creyentes, la violencia generada por el monoteísmo y la idea de la
religión verdadera, la falsa idea de conjugar libertad con Dios, el desistimiento de la idea de resurrección,
el sufrimiento del mundo, la crítica a las religiones, o el cansancio ante las
tareas que implica la creencia.
Otra de las preguntas del autor es si la religión perdurará en Europa,
y la respuesta es afirmativa pero obligada a pensar en su ejercicio
personal y público, estando en convivencia con una visión secular de la
realidad, con unos frentes que le amenazan, como son los fundamentalismo o bien
el secularismo, presuponiendo pasar de
una transmisión social, colectiva, política de la fe a una transmisión personal
comunitaria dentro del grupo de cada creyente. La nueva forma de ser cristianos
es la nueva articulación de la realidad trascendente de Dios en la inmanencia
de la historia humano. Entre las alternativas afirma que no serán los ateísmo, sino la idolatría, la
gnosis (religiones de sustituciones), los deísmos filosóficos (Dios lejano) el politeísmo (dioses culturales) y la atrofia (inconformidad); el hombre será cada vez más indefenso ante las dominaciones
ideológicas y los poderes públicos donde
muchos politeísmos serán transformaciones cristianas.
Ante esta perspectiva el
hombre no debe tener miedo porque el cristianismo surgió en una maraña de
politeísmo y siguió floreciendo y ante la pregunta si tendrá futuro el
cristianismo habrá que responder que si porque predica la Verdad. El Dios
cristiano se comprende como transcendencia sagrada que se revela en la
inmanencia mediante las categorías de creación, revelación, encarnación y resurrección El Dios cristiano no es
Deus extra nos o contra nos, Es el Dios con nosotros donde el hombre tiene como meta ser como Dios y el
único camino para conseguirlos es la
amistad y la comunicación con Él.
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H. de Lubac |
La tercera parte del libro está dedicada a analizar problemas concretos.
Uno de ellos es el tipo de relaciones entre Ética, Política y
Religión. Las grandes cuestiones de la vida humana, las palancas que mueven el
mundo son la ética, la política y la religión en interacción continua y según
el momento histórico, con dominancia de una sobre las otras. En el siglo XX
serían también la ciencia y la economía y en el siglo XXI la revolución
informática con la globalización de las conciencias y del mercado. Pero en el
momento actual cada una de ellas ha alcanzado la autonomía, y la riqueza de la vida humana deriva de la
integración diferenciada de estos órdenes. En realidad todo depende del
concepto de hombre que se tenga, de las necesidades primordiales, sin las que
no se puede vivir, de los derechos, los deberes y las responsabilidades. A
estas realidades responde la cultura, la ética, la religión y la política.
El hombre se siente obligado a hacer un proyecto de vida, a una
tarea y a un cumplimiento porque es constitutivamente moral. A la vez, el
hombre tiene una dimensión religiosa y el autor se pregunta sobre la relación
existente entre ambas. Todas las religiones ya sean proféticas, mistéricas o
sapienciales han incluido la presencia de la moral, ya sean teleológicas,
deontológica o de valores. ¿Pero y al revés? Hasta la modernidad si se daba
esta situación, pero aceptada hoy la autonomía entre ambas, ¿cuál debe ser la
colaboración? Aprender una de la otra pero ejerciendo una función crítica de
una para con la otra. Tanto la ética como la religión se presentan como un
problema y una posibilidad política. El Estado se debe comprometer a no dar
ninguna plusvalía a ninguna de ellas, tiene que existir igualdad como garantía
de la libertad proveyendo la acción pública de todos los grupos humanos.
Hay que comprender y legitimar una ética civil y las religiones
tienen que reconocerla. La experiencia de la sociedad moderna ha demostrado que
la democracia en la mejor forma para respetar las libertades, pero también ha
demostrado unos límites cuando sólo se concibe como un procedimiento de
regulación de poder, lo que ha generado desconfianza frente a ella y
entonces se reclama la presencia de las
éticas y las religiones.
Al hacer esa revisión
histórica se comprende que todo proyecto político tiene que tener en cuenta la
dimensión ética y la religiosa. En el cristianismo de hoy se ha comprendido la clara diferencia
entre razón y fe, entre iglesia y sociedad, autoridad interna y externa, y su
relación mediante el diálogo, pero para ello se necesita educación y cultura.
El cristianismo tiene
su centro en la experiencia de esa
realidad última y sagrada, no puede
orientar una vida moral porque esa experiencia
alumbra a toda la persona, y la moral refleja la revelación de Dios en
el mundo y le abre a las últimas preguntas que son las que la religion
responde, por lo tanto, un hombre religioso
tiene siempre un comportamiento moral. La gran novedad del cristianismo
es que frente a la ética, él habla del
perdón que ilumina todas las acciones
del hombre.
Otro de los temas
importantes es la relación entre religión, libertad y verdad en democracia,
haciendo coincidir la religión con el cristianismo, centrándose
en cómo insertar el mensaje cristiano en la cultura actual, en
presentarlo como una oferta de verdad a la libertad en la libertad de la
persona y la sociedad.
Una sociedad libre es
aquella en la que prevalece la razón pública sobre la privada entendiendo lo
público aquello en lo que están implicados los fundamentos jurídicos,
históricos y sociales del Estado. Es el resultado de la convergencia de todas
las fuentes de sentido como ciencia, pensamiento, moral, religión y cultura.
El poder tendrá que
acoger y jerarquizar a la vez que aplicar lo que aportan estas fuentes.
¿Qué lugar ocupan las
propuestas religiosas en estas sociedades? Deben ser aceptadas a igual que la compresión atea, sin que prevalezca
una sobre la otra, por lo que no se puede reducir la religión al silencio o
excluirle de la sociedad libre. Hoy se vive el fin de una época donde todo
estaba unido y en el siglo XXI se puede hablar de Dios como si jamás se hubiese
sabido de El. Se ha pasado de una fase histórica en la que la primera evidencia
era la verdad a otra en la que lo es la libertad. Pero ambas tienen
perversiones como intolerancia, dogmatismos, reclamación de obediencia ciega o
bien individualismo o anarquía.
Dios entra en la
democracia por la puerta de la libertad, y la democracia respeta a Dios en la
medida en que respeta la forma de existencia individual y social inmanente y
trascendente del hombre , es decir, en
la medida en que se respeta al hombre entero tal como él configura su
existencia.
El tercer tema que trata es la libertad de conciencia y
la relación como derechos humanos fundamentales. En el siglo XIX se veía
claramente la oposición y el antagonismo entre Dios y el hombre, siendo el
siglo XX el de la búsqueda de esta convergencia. El siglo XXI deberá ser el
siglo de la sintonía entre uno y otro.
La libertad ha sido
reconquistada en el siglo XX, la libertad religiosa aparece al principio
como una concreción de la libertad de conciencia en general pero en la Declaración de Paris en el año
1948, se afirma que toda persona tiene
derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión.. En el
concilio Vaticano II se explicita este derecho,
cuyo fundamento está en la misma naturaleza, tanto para los que la
buscan como para los que no lo hacen.
En estos momentos la
Iglesia católica esta abierta al diálogo con las demás religiones reconociendo
ente derecho. Posteriormente se explican
los criterios cristianos para este diálogo.
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O.G. de Cardedal |
El último tema tratado
es el de la libertad y la laicidad.
Después de hacer una exposición
de las relaciones s entre libertad, sociedad, religion, Olegario
González de Cardedal afirma que la fe y la increencia tienen ambas una
dimensión social. La fe no puede imponer en todos los órdenes de la realidad su
sentido, lo mismo que la laicidad negativa
no lo puede imponer.
La modernidad no ha acabado con la religión,
sino que la ha despertado y purificado de sus viejos ropajes. Termina su
epílogo con unas pautas para pensar de forma cooperativa la ciudadanía y la
cristiana, analiza las dos formas de
teología moderna, la continental y la anglosajona, para terminar indicando los
distintos caminos del encuentro con
Dios.
Este libro es
fundamental para poder comprender la situación del cristiano en el momento
actual; incita a reflexionar sobre la
tarea en el ámbito de la sociedad y su dimensión política. En cada una de las ideas expuestas el autor
hace un recorrido histórico, filosófico y religioso donde se demuestra el
bagaje cultural de Don Olegario así como la claridad de pensamiento y la
brillantez de su lenguaje.
Ediciones
Sígueme, Salamanca 2013, pp. 288, 14,5 x
21,5 cm.
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