21 de abril
Conrado de Parzham (1818-1894)
San Conrado
(Juan) nace en 1818 en Parzham (Baviera. Alemania), hijo de Bartolomé
Birndorfer y Gertrudis Niedermaier. Fallecidos sus padres, Conrado se hace
cargo de la familia, a la vez que cuida su piedad con la devoción a María en el
santuario de Altötting, y su seguimiento a San Francisco de Asís profesando en
la Orden Franciscana Seglar. Juan Birndorfer toma el hábito en el convento capuchino de Laufen, a los
33 años de edad, el día 17 de septiembre de 1851, fiesta de las llagas de San
Francisco. Se le da el nombre de Conrado, como expresión del hombre «nuevo» que
ha recibido de Dios. Después de profesar se le destina al convento de Santa Ana
de Altötting, vecino a su querido santuario. Hace de portero, oficio que no
dejará hasta su muerte. Se entrega por entero al servicio de los hermanos, de
la gente que visita el Santuario, de los pobres. Lleva una vida de oración que adorna
con un carácter servicial, humilde, fraterno. Muere 21 de abril de 1894. El
papa Pío XI lo beatifica el 15 junio de 1930 y lo canoniza el 20 de mayo de
1934.
Común de Santos Varones
Oración. Oh Dios,
que abriste las puertas de tu misericordia a los necesitados por medio
de San Conrado, te rogamos nos concedas imitarle en el servicio a todos y en su
sencillez evangélica. Por nuestro Señor Jesucristo.
Lecturas
«Vivo
yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí»
Por medio de la muerte y resurrección de Jesús somos
salvados. Ya no lo somos por la obediencia a la ley (cf. Rom 6,4-10; 7,1-2; Gál
3,13; etc.). Hemos muerto a toda ley que intente erigirse en salvaguarda del
hombre. Ahora, gracias al Espíritu, el cristiano se une a Cristo por la fe (cf.
Rom 1,16; 8,2.10-11), camina con él en la existencia terrestre y termina
glorificado como Jesús ha sido glorificado por el Padre. Ha dejado atrás,
crucificado, todo aquello que impide el amor y su expresión máxima que es dar
la vida.
Lectura de
la carta del Apóstol San Pablo a los Gálatas
2,19-20
Salmo
responsorial Sal
22,1-3a.3b-4.5.6
El creyente dirige su mirada a Dios y
pone en él toda su confianza. Él es el Pastor supremo, porque su amor y
misericordia le acompañan en todos los acontecimientos de la vida, superando
las dificultades que lleva consigo. Y en nombre de Él realiza las obras que le
encomienda para beneficio propio y de los demás. Por eso camina en paz.
V. El Señor es mi pastor, nada me falta.
R. El Señor es mi pastor, nada me
falta
Aleluya Cfr. Mt 6, 19-21
Aleluya. Aleluya.
No acumulad tesoros en la tierra, sino en el cielo.
Porque donde está tu tesoro, allí está tu corazón.
Aleluya.
Evangelio
«Quien
pide recibe»
El discípulo camina en la
evangelización con la extrema confianza en Dios, que le acompaña y le escucha.
Esta conciencia le mantiene la paz antes las adversidades. Y Dios siempre le
responde más de lo que le pide, aunque algunas veces no se haga evidente. Le da
incluso su máximo don como es el Espíritu (cf. Mt 15,21-22; Jn 14,13-16).
Porque Dios es el Padre bondadoso que quiere a sus hijos más que los padres a
los suyos (cf. Lc 11,11; 18,19). Si el creyente se mantiene así, no tendrá
problema alguno con el sentido de su misión.
Pero si ésta recae sobre sus propias fuerzas, pronto se cansará, o lo
que es peor: la misión se transformará de servicio a los demás en poder y
dominio esclavizante.
Lectura del santo Evangelio según
San Lucas 11, 9-13
Para meditar
«Mi vida
-escribe- consiste en amar y padecer. En el amor de mi Dios no hallo nunca
límite, y no hay cosa en el mundo que me sea obstáculo para ese amor. Me
encuentro unido con mi Amado mucho más de lo que puede expresarse con palabras;
y las mismas ocupaciones, que son múltiples, no tienen otro efecto que
estrecharme más y más a Él. Le hablo con toda confianza, como un niño a su
padre...». «Me asalta el temor -dice en una carta- de no amar a Dios, ¡yo, que
quisiera ser un serafín de amor e invitar a todas las criaturas para que me
ayudasen a amar a mi Dios! Voy a terminar, porque esto va demasiado largo. El
amor no conoce límites» (Conrado de Parzham, Cartas, en Prudencio de Salvatierra, Las grandes figuras capuchinas, 123-139).
21.1 de abril
Juan de Cagli (1327ca.-1372)
Común de Santos Varones
Oración. Oh Dios, que en nuestra fragilidad nos has puesto
a los santos como ejemplo y defensa para allanarnos el camino de la salvación,
concédenos, te rogamos, que al celebrar la fiesta del beato Juan de Cagli
sigamos de tal modo sus ejemplos de piedad y simplicidad que podamos llegar al
reino de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo.
Lecturas
«Nos ha dado los bienes prometidos, con los que participar
del mismo ser de Dios»
La presencia del Logos en la historia ha hecho posible la
participación de la gracia de Dios: la relación de amor del Señor a su criatura
hace que sea real con Jesucristo, que ha dado muestras de la gloria divina por
medio de sus signos (cf. Jn 1,14; Mc 16,17; Heb 2,4). Y es por medio de
Jesucristo como el creyente participa del ser de Dios, de la gracia o el amor
que le regenera y le hace criatura nueva. Esta relación se describe con un
florilegio de virtudes o valores que dimanan del Espíritu y que los autores del
NT los escriben en bloques. En esta carta parte de la fe y termina en la
caridad.
Lectura de
la segunda carta del Apóstol San Pedro 1,2-11
Salmo responsorial
Sal 90,1-2.14-15ab.15c-16
Que Dios sea nuestro refugio y amparo, viene de la
experiencia humana de relativizar todos los bienes que nos puedan defender del
mal; ninguno, por bueno que sea, puede evitar el pecado y la muerte, y, por
otro lado, Dios es nuestro protector por la revelación de Jesucristo por la que
el Señor, por su amor, se muestra nuestro Creador, Providente y Salvador,
siendo un Padre amoroso y cercano.
V. Dios mío, confío en ti.
R. Dios mío, confío en ti.
Aleluya Lc
21,28
Aleluya. Aleluya.
«Levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra
liberación».
Aleluya.
Evangelio
«Reúnen los buenos en cestos y a los malos los tiran»
La estampa de los pescadores separando los peces buenos
de los malos a la orilla del mar es común en la cuenca del Mediterráneo y alrededor
del lago de Galilea. Jesús la compara a la selección que se dará al final de
los tiempos: los que han respondido a la gracia de Dios y los que le han dado
la espalda se separarán definitivamente, porque en la historia andan juntos y
juntos en el observatorio del amor misericordioso de Dios que está abierto a
todos, para que todos tengan la oportunidad de poder responderle. De lo
contrario son vidas que se pierden por la maldad que entrañan.
Lectura
del santo Evangelio según San Mateo 13,47-53
Para meditar
«El segundo don del Espíritu Santo
se llama piedad, que es una santa licuefacción del alma. Esta virtud se
interpreta como servicio de Dios. La piedad es una devoción espiritual para
todo servicio a Dios y es un afectuoso impulso que sirve de ayuda y sostén a
todos los hombres. Esta piedad proviene de una cierta influencia del amor
divino. Y como la intención de la virtud moral en los ejercicios de las obras
de misericordia es natural o humana, así la intención de la piedad en los
ejercicios de las obras de misericordia es solamente Dios, porque Dios es para
ella todo el fin. En consecuencia se necesita saber que su ejercicio consiste
en tres formas de actuar. La primera forma consiste en honrar, dar gracias y
alabar a Dios con gran amor y afecto, y en mortificarse según la amada voluntad
de Dios y en el cumplimiento o en el crecimiento del culto divino según el
propio poder en todos los hombres [...] La segunda forma: la piedad es por sí
misma eficaz en la custodia de la santidad, como Salomón dice en los Proverbios:
Cuida tu corazón con todo cuidado, porque
de él brota la vida (4,23) [...] La tercera forma es la eficacia en la
abundancia de la compasión fraterna, sin preferencia de personas, hacia todos
los hombres en la ayuda espiritual o corporal. La piedad lleva al hombre con
una compasión amorosa, que hiere el corazón y lo hace compasivo para todas las
necesidades de todos los hombres» (Enrique Herp, Specchio di Perfezione, 2; MF
III,355).
22
de abril
Francisco Venimbeni de Fabriano
(1261ca.-1322)
Común de Santos Varones
Oración. Señor, tú ves que somos débiles y que
desfallecemos; por medio del ejemplo del beato Francisco Venimbeni, afiánzanos
en la relación contigo y con los más necesitados. Por nuestro Señor Jesucristo.
Lecturas
«Pero mayor es la gracia que Dios nos da»
El autor de la Carta de Santiago refiere las
infidelidades de Israel con el Señor (cf. Os 1,2; Mc 8,38; 2Cor 11,2). El
pecado que habita en el hombre y su libertad le inclinan al mal; es el egoísmo
que domina al hombre y le conduce a la explotación de los otros y a matar (cf.
Mt 5,21-22). Pero el Espíritu de Dios hace que el creyente anhele la vida con
Dios, cuya potencia es mayor que las desgracias. Dios puede con los soberbios y
se entrega a los que abren su corazón a su amor (cf. Prov 3,34).
Lectura de
la carta del Apóstol Santiago 4,4-10
Salmo responsorial 1Sam
2,1.4-8
Quien camina en la confianza del Señor todo lo ve y
lo experimenta como salido de sus manos; todos los acontecimientos, todas las
cosas remiten al sol que ilumina la realidad con su bondad. Y cuando la bondad
rodea a la persona siente la paz interior y la alegría exterior de que todo lo
ha hecho Dios para bien de sus hijos.
V. Mi corazón se regocija en el Señor, mi
salvador.
R. Mi corazón se regocija en el Señor, mi salvador.
Aleluya
Aleluya. Aleluya.
«Bendito
seas, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque
has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla».
Aleluya.
Evangelio
«El que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser
discípulo mío»
Jesús no anda con rodeos para explicar las exigencias del
seguimiento. Es necesaria la renuncia a todo aquello que constituye el
fundamento de la vida humana, o la plataforma en la cual transcurre la
existencia: la familia, el trabajo, la sociedad. Para seguir a Jesús se
necesita la libertad suficiente de todo lo que tenemos en la vida, para poder
entregarse por entero a la causa del Reino, o servir con todas las fuerzas y
con todo el tiempo a la causa de Dios. Y esto hay que saberlo antes de
decidirse a servir a todos, con el sufrimiento que entraña dejar la familia y
el trabajo para darse a los otros.
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 14,25-33
Para meditar
«Sed prudentes como serpientes y simples y
sencillos como palomas (Mt 10,16) —dice el Señor. No quiere Dios que seamos
todos palomas, en las cuales hay su buena parte de necedad, con que no saben
guardarse del gavilán que las sigue, sino que tengamos astucia de culebras,
que, queriéndolas encantar, meten el cabo de la cola en el oído, porque no
oyan, como dice David (cf. Sal 57,56), las palabras del que las encanta
sabiamente. No quiere Dios que seamos tan simples en todo que tras cada paso
nos cace el demonio y nos haga despojo suyo, sino que a manera de discretas
serpientes, cuando la prosperidad de la vida nos quiere encantar, pongamos
nuestro último y postrimero día, que es de la muerte, en los oídos del alma, y
que con esto nos escapemos de los pecados y vicios que encantan al alma»
(Miguel de Medina, «Infancia espiritual», en MF II 807).
23
de abril
Gil de Asís (1190-1262)
El beato Gil de Asís se incorpora al grupo de San
Francisco en abril del año 1208 después de Bernardo de Quintaval y Pedro Catáneo. San
Buenaventura lo llama «el santo padre Gil, varón lleno de Dios y digno de
gloriosa memoria» (LM 3,4), y Celano afirma: «El hermano Gil, varón sencillo y
recto y temeroso de Dios, a través de su larga vida, santa y justa y
piadosamente vivida, nos dejó ejemplos de trabajo manual, de vida solitaria y
de santa contemplación» (1 Cel 25). Peregrina a Santiago de Compostela, al
Monte Gargano (Santuario de San Miguel Arcángel), a Tierra Santa y África.
Entre 1215 y 1219 vive como ermitaño en las afueras de Asís. Entre 1219 y 1220
evangeliza en Túnez. Su biógrafo escribe: «Luego que el hermano Gil llegó a ser
un hombre perfectísimo por los trabajos de su vida activa y por algunas
aflicciones del espíritu, el Señor lo llevó al descanso y a la consolación de
la vida contemplativa» (Vita Beati
Aegidii, en Analecta Franciscana III, 74-115).
San Francisco dice de él que tenía: «la elevación del alma por la
contemplación, en sumo grado» (EP 85). Las Florecillas
afirman: «Fue arrebatado hasta el tercer cielo, como San Pablo». Muerto San
Francisco, su vida transcurre en los eremitorios de la Umbría, sobre todo en el
de Monterípido, donde fallece el 23 de abril de 1262. El papa Pío VI lo
beatifica el 4 de julio de 1777.
Común de Santos Varones
Oración. Dios eterno, que
elevaste al vértice de la contemplación al
beato Gil, concédenos, por su
intercesión, que, amándote sobre todas las cosas, consigamos la paz que supera
todo deseo. Por nuestro Señor Jesucristo.
Lecturas
«El Señor es clemente y misericordioso»
En el discurrir de la vida, experimentamos toda clase de
pruebas y tentaciones, además de gozos y alegrías, aunque siempre tenemos más
presentes aquellos momentos de dolor y sufrimiento. Quien confía en el Señor,
encuentra un brazo poderoso que sostiene, fortalece y nos defiende en la
existencia. En el ámbito interior le encontramos clemente y misericordioso con
nuestros pecados; en el exterior nos abre camino frente a los enemigos; y
cuando aparentemente calla o nos prueba, siempre está a nuestro lado.
Lectura
del libro del Eclesiástico 2,7-13
Salmo responsorial 130,1.2.3
El Señor se presenta como un Padre y una Madre que
protegen y defienden la vida de sus hijos. El hombre debe ser consciente y
reconocer esta actitud de Dios. Entonces el creyente inclina su vida hacía Él
con la actitud de hijo plenamente confiado en la bondad que está en la raíz de
su vida, en la providencia que lo cuida y en la voluntad de salvación que no le
dejará Dios que su vida se pierda. De aquí proviene la auténtica paz y verdad
de la vida, alejada de toda pretensión u orgullo que le enfrenta a Dios, o lo
silencia en su existencia.
V. Guarda mi alma en la paz, junto a ti,
Señor.
R. Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor.
Aleluya Mt
11,25
Aleluya. Aleluya.
«Bendito seas, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla».
Aleluya.
Evangelio
«Y todo el que deja casa, hermanos o hermanas, padre o
madre, mujer, hijos, o tierras, por causa de mi nombre, recibirá cien veces
más, y heredará la vida eterna»
A este párrafo evangélico le precede la advertencia de
Jesús sobre la imposibilidad de unir riqueza con su seguimiento, sobre todo
cuando la riqueza se hace a costa del hambre de la gente, o su explotación, o
su esclavitud (cf. Mt 19,23-26). El Reino exige libertad de todo aquello que
condiciona para mal la vida humana, y la liberación de las actitudes y de los
compromisos que enfrentan a los hombres o los destruyen. Esta liberación para
seguir a Jesús entraña la austeridad, la pobreza, la entrega total de sí a la
causa del reino; etc. pero, al final, el Señor será más generoso con nosotros
de lo que nosotros podamos imaginar.
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 19,27-29
Para meditar
«Dios creó al hombre comunicándole su
bondad, su gracia y su amor. Luego, por naturaleza, el hombre debe mostrarse
afable y benigno». «Feliz, quien ama y no desea ser amado; feliz quien
respeta y no desea ser respetado; feliz quien sirve y no desea ser servido;
feliz quien se porta bien con los demás y no desea que otros se porten bien con
él». En positivo: «Si amas, serás amado; si sirves, serás servido; si eres
bueno con los demás, los demás serán bondadosos contigo». «La pureza de corazón
ve a Dios (cf. Mt 5,8), la devoción se alimenta de El»; «El que más ama, más
anhela»; «Contemplar es separarse de todo lo demás y unirse a Dios solo».
«¿Quién eres Tú, a quien yo suplico, y quién soy yo, el suplicante? Yo, un saco
de basura, y un gusanito; Tú, el Señor del cielo y de la tierra». «Cuanto han
dicho o digan sobre Dios todos los sabios y todos los santos, resulta nada para
lo que es: como la punta de un alfiler en comparación con el cielo, la tierra y
todas las criaturas que en ellos hay, y mil veces más que fueran. Y toda la
Sagrada Escritura nos habla de Dios como balbuciendo, como una madre balbucea
con su hijo pequeñuelo, pues de otro modo éste no la podría entender» (Dicta Beati Aegidii Assisiensis, Quaracchi 19392).
24 de abril
Fidel de Sigmaringa (1577-1622)
Marcos
Rey Rosemberger nace en Sigmaringa (Suabia. Alemania), hijo de Juan Rey y
Genoveva Rosemberger. Estudia Derecho Civil y Canónico y ejerce como abogado en
Ensisheim (Alsacia). Después de un período de discernimiento es ordenado
sacerdote en 1612 y poco más tarde ingresa en la Orden de los Hermanos Menores
Capuchinos, recibiendo el nombre de Fidel. Se entrega a la predicación en
Alemania, Austria y Suiza. Alterna la predicación con la responsabilidad de las
fraternidades de Friburgo, Rheinfelden y Feldkirch. El Archiduque de Austria,
Leopoldo, pide ayuda a la Santa Sede para afianzar la doctrina católica en
Suiza, sobre todo en la región de los grisones. Recién fundada la «Congregación
de Propaganda Fide», el Papa envía a San Fidel con otros nueve Capuchinos.
Predica la Palabra, y a la vez que convierte a bastantes protestantes, debe
sufrir la oposición de los calvinistas.
Padece el martirio en Sevis (Suiza) el 24 de abril del año 1622. Es sepultado
en el convento de Feldkirch; su cráneo se conserva bajo el altar mayor de la
catedral de Coira (Suiza). El papa Benedicto XIII lo beatifica el 21 de marzo
de 1729 y Benedicto XIV lo canoniza el 26 de junio de 1746.
Común de un Mártir
Oración. Señor Dios, que te has dignado conceder la palma del martirio a San Fidel
de Sigmaringa cuando, abrasado en tu amor, se entregaba a la propagación de la
fe, concédenos, te rogamos, que arraigados, como él, en el amor, lleguemos a
conocer el poder de la resurrección de Jesucristo. Que vive y reina contigo.
Lecturas
«Grabaré en él el nombre de mi Dios, y el nombre de la
ciudad de mi Dios»
La carta a la Iglesia de Filadelfia
mantiene la línea de las anteriores, en las que se describe el estado de estas
comunidades cristianas y la actuación y doctrina de Jesucristo. Ha dejado
abierta una puerta, es decir, ha permitido la apertura de su evangelización
(cf. Hech 14,27) y cuando venga la persecución, Jesús estará presente para
preservar a los que le han sido fieles y coronarlos con el premio de vivir en
la Jerusalén celeste.
Lectura del Apocalipsis del Apóstol San Juan 3,7-8.10-12
Salmo
responsorial
Sal 118, 137-138.139-140.144
El justo confía en el Señor, que
siempre cumple sus promesas. Los preceptos que impone son siempre los adecuados
para que el hombre viva con dignidad, si los cumple. Ante el Señor y el justo
que le obedece nada tiene que hacer el malvado, pues la fortaleza del Señor se
demuestra en la defensa de sus creyentes.
V. Tu promesa, Señor, es acrisolada, y tu
siervo la ama.
R. Tu promesa, Señor, es acrisolada,
y tu siervo la ama.
Aleluya Ap
3,12
Aleluya. Aleluya.
«Al vencedor le pondré de columna en
el santuario de mi Dios;
grabaré en él el nombre de mi Dios».
Aleluya.
Evangelio
«Yo soy el buen Pastor. El buen
pastor da la vida por las ovejas»
El Señor promete a Israel un mesías,
que como pastor reunirá a sus ovejas (cf. Ez 34,1). Jesús reivindica este
oficio, y al hacerlo, también se declara Mesías de Israel. Es el Pastor que da
la vida por su pueblo, porque comprende a su rebaño con una relación de amor, y
el amor empuja a la persona a una entrega sin límites. Él es el Pastor que
conoce a sus ovejas, conocimiento que no proviene de la actividad conceptual de
nuestro entendimiento, sino de la experiencia vital de ser y estar con su
rebaño (cf. Jn 14,20; 17,21-22) también impulsada por la relación de amor que
une al rebaño, a la comunidad cristiana, porque previamente se ha unido al
Pastor (cf. 1Jn 1,3). Por último, las ovejas son toda la humanidad. Jesús no
reconduce a los pueblos a Israel, sino todas las gentes al Padre, para darle la
vida eterna.
Lectura del santo Evangelio según San Juan 10,11-16
Para meditar
«Reparemos
todos los hermanos en el buen Pastor, que por salvar a sus ovejas soportó la
pasión de la cruz.- Las ovejas del Señor le siguieron en la tribulación y la
persecución, en el sonrojo y el hambre, en la debilidad y la tentación, y en
todo lo demás; y por ello recibieron del Señor la vida sempiterna.- Por eso es
grandemente vergonzoso para nosotros los siervos de Dios que los santos
hicieron las obras, y nosotros, con narrarlas, queremos recibir gloria y honor»
(San Francisco, Admonición 6, 1-3;
cf. RegNB 22,32-35)
25 de abril
Cristóbal de Santa Catalina (1638-1690)
El beato Cristóbal de Santa Catalina, de la Orden
Franciscana Seglar, nace en Mérida (Badajoz. España) el 25 de julio de 1638. Es
hijo de agricultores. Cursados sus estudios eclesiásticos, recibe
la ordenación sacerdotal en Badajoz el 10 de marzo de 1663. Es nombrado capellán del Ejército de Castilla, que lucha
contra Portugal. Después de una grave enfermedad, se retira seis años a Bañuelos
de Córdoba. Profesa en la OFS en 1671 en el convento de Madre de Dios (Córdoba).
El 11 de febrero de 1673 funda el Hospital de
Nuestro Padre Jesús Nazareno para atender a los pobres. Poco después crea la
Fundación de Hermanos y Hermanas Hospitalarias de Jesús Nazareno, aprobadas por
Benedicto XIV en 1746. Tiene una devoción especial a Jesús crucificado y a la
infinita misericordia del Padre. Muere en Córdoba el 24 de julio de
1690. El papa Francisco lo beatifica el 8 de abril de 2013.
Común de Santos Varones
Oración. Señor Dios nuestro, tú nos has revelado que toda la ley se compendia en
el amor a ti y al prójimo, concédenos que, imitando el amor a los enfermos
del beato Cristóbal de Santa Catalina, podamos
ser un día contados entre los elegidos de tu Reino. Por nuestro Señor
Jesucristo.
Lecturas
«Persigue la justicia, la fe, el amor, la paz, en
unión con los que invocan al Señor con corazón puro»
El corazón es sede de sentimientos y afectos buenos y
malos en el AT y se entiende también como principio de la vida moral y
religiosa. Los «rectos de corazón» son los creyentes piadosos y justos (cf. Sal
7,11; 11,2). San Pablo afirma que el corazón es la casa de Cristo y del
Espíritu Santo, que lo conducen a producir afectos y actos salvadores (cf. Gál
4,6; Ef 3,17), porque «el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones
por el Espíritu Santo que se nos ha dado» (Rom 5,5; cf. 8,5). La presencia del
amor de Dios en los corazones hace que desaparezcan sus tendencias al mal y
prevalezcan en la vida del cristiano todas las virtudes que se derivan del
amor.
Lectura de la segunda carta del Apóstol San Pablo a Timoteo
2,22-26 2,22-26
Salmo responsorial Sal
50,3-4.12-15
Es tal el abismo que separa al hombre de la santidad divina
que no puede ver su rostro: «Mi rostro no podrás verlo; porque no puede verme
el hombre y seguir viviendo», le dice el Señor a Moisés (cf. Éx 33,20). Sólo
los que están capacitados por el mismo Dios pueden «verlo»: aquellos que les da
un «corazón puro»; los que están limpios de todo pecado y pueden establecer una
amistad con Él.
V.
Oh Dios, crea en mí un corazón puro.
R.
Oh Dios, crea en mí un corazón puro.
Aleluya Mt
5,8
Aleluya.
Aleluya.
«Dichosos
los limpios de corazón,
porque ellos verán a Dios».
Aleluya.
Evangelio
«Dichosos los limpios de
corazón, porque ellos verán a Dios»
Mateo describe la voluntad de Dios proclamada por Jesús
en las Bienaventuranzas. Los comportamientos nacen de las exigencias del Reino:
la buena noticia a los pobres, el sentido de la vida, las acciones acordes con
la voluntad de Dios, el amor incondicional a los demás. Todo ello simboliza la
relación filial del hombre nacida de la donación de un Dios Padre lleno de
amor. La palabra de Jesús se dirige a las preocupaciones cotidianas de la
gente, como el hambre, el dolor, la pobreza, la amistad con Dios. Es en el
«ahora» donde hay que insertar el amor que debe abarcar todos los actos de la
vida de los discípulos. Dios y sus exigencias de amor se introducen en la
pobreza de la gente. Se abre entonces un horizonte nuevo que genera esperanza
en un mundo cerrado y limitado por toda clase de males.
Lectura
del santo Evangelio según San Mateo 5,3-11
Para
meditar
«[Francisco] iba adornado con preciosos vestidos, [y] le
salió al encuentro un caballero noble, pero pobre y mal vestido. A la vista de
aquella pobreza, se sintió conmovido su compasivo corazón, y, despojándose
inmediatamente de sus atavíos, vistió con ellos al pobre, cumpliendo así, a la
vez, una doble obra de misericordia: cubrir la vergüenza de un noble caballero
y remediar la necesidad de un pobre.
A la noche siguiente, cuando estaba
sumergido en profundo sueño, la clemencia divina le mostró un precioso y grande
palacio, en que se podían apreciar toda clase de armas militares, marcadas con
la señal de la cruz de Cristo, dándosele a entender con ello que la
misericordia ejercitada, por amor al gran Rey, con aquel pobre caballero sería
galardonada con una recompensa incomparable. Y como Francisco preguntara para
quién sería el palacio con aquellas armas, una voz de lo alto le aseguró que
estaba reservado para él y sus caballeros.
Al despertar por la mañana […] pensó que
aquella insólita visión sería pronóstico de gran prosperidad en su vida.
Animado con ello y desconociendo aún los designios divinos, se propuso
dirigirse a la Pulla con intención de ponerse al servicio de un gentil conde, y
conseguir así la gloria militar que le presagiaba la visión contemplada.
Emprendió poco después el viaje, dirigiéndose a la próxima ciudad, y he aquí
que de noche oyó al Señor que le hablaba familiarmente: «Francisco, ¿quién
piensas podrá beneficiarte más: el señor o el siervo, el rico o el pobre?» A lo
que contestó Francisco que, sin duda, el señor y el rico. Prosiguió la voz del
Señor: «¿Por qué entonces abandonas al Señor por el siervo y por un pobre
hombre dejas a un Dios rico?» Contestó Francisco: «¿Qué quieres, Señor, que
haga?» Y el Señor le dijo: «Vuélvete a tu tierra, porque la visión que has
tenido es figura de una realidad espiritual que se ha de cumplir en ti no por
humana, sino por divina disposición» (San Buenaventura, Leyenda Mayor, 1,2-3).
26 de abril
Pedro José de Betancur (1626-1667)
El beato Pedro José
de Betancur nace en Vinaflor (Tenerife. España) en 1626, hijo de Amador
González Betancur y Ana García. A los veintitrés años marcha a América. Reside
en Cuba y Honduras y después de
dos años llega a Guatemala. Profesa en la Orden Franciscana Seglar en el Convento
de San Francisco sito en la ciudad de La Antigua Guatemala. Lleva una vida de pobreza, penitencia y
servicio a los pobres, a los que se entrega por entero. Construye un oratorio,
una escuela, una enfermería, una posada para sacerdotes de viaje y para
estudiantes universitarios. Recordando la pobreza de la primera posada de Jesús
en la tierra, llama a su obra «Belén». Crea en 1656 la Orden de los Hermanos de
Nuestra Señora de Bethlehem (conocida como Orden de los Betlemitas), que se
dedican a servir a los marginados, cincluso enterrar a los fallecidos. Muere el 25 de abril de 1667. Es llamado la «madre de Guatemala» y el
«padre de la caridad». En la actualidad la Provincia Franciscana de Guadalupe
en Centro América prosigue la obra del Hermano Pedro, recreada en 1980 por fray
Guillermo de Costa Rica. El papa Juan Pablo II lo beatifica el 22 de junio de
1980.
Común de Santos Varones
Oración. Señor Dios
nuestro, tú nos has revelado que toda la ley se compendia en el amor a ti y al
prójimo, concédenos que, imitando la caridad del beato Pedro Betancur, podamos
ser un día contados entre los elegidos de tu Reino. Por nuestro Señor
Jesucristo.
Lecturas
«Servíos unos a otros por amor»
La vida de Jesús no sólo se entiende
como la revelación del Reino de Dios, sino como una vida nueva para todos los
hombres. La novedad de vida se centra en el amor (Gál 5,6; Rom 13,8; 1Cor
13,1), cuyo origen está en Dios (1Jn 4,19); establece su identidad y la de su
Hijo (cf. Rom 8,35.37-39) como la del Espíritu (cf. Rom 15,30). El Espíritu
Santo difunde e introduce el amor trinitario en los corazones de los creyentes
(cf. Rom 5,5), constituyéndose en la esencia de los mandamientos cristianos
(cf. Rom 13,8-10).
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Gálatas 5,13-14
Salmo
responsorial 111,1-2.7.8.9
El justo actúa con una justicia
basada en el amor, tanto en los días de prosperidad como de adversidad. Su
corazón no puede separarse del Señor que le ayuda en su servicio y le protege
en las persecuciones de los enemigos o cansancio proveniente del servicio a los
demás. Es el Señor el que le hace compartir la vida con los más necesitados.
V. El corazón del justo está firme en el
Señor.
R. El corazón del justo está firme
en el Señor.
Aleluya Rom
13,8
Aleluya. Aleluya.
«Con nadie tengáis otra deuda que la
del mutuo amor.
Pues el que ama al prójimo, ha cumplido la ley».
Aleluya.
Evangelio
«Amarás al Señor tu Dios ya tu prójimo como a ti mismo»
Se daba en tiempos de Jesús disputas
sobre cuáles eran los mandamientos más importantes entre los más de 600 que se
contabilizaban. Jesús toma sólo dos, correspondientes al Deuteronomio (6,40) y
al Levítico (19,18): el amor a Dios y el amor al prójimo; Jesús los une y
acentúa que de ellos dimanan todos los demás. No es que sean los primeros de una
lista, sino que todos los que existen están incluidos o se deducen de estos
dos. Con ellos se relaciona la universalidad del amor de Dios, la universalidad
del amor al prójimo, que alcanza incluso el amor a los enemigos (cf. Mt 5,44).
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 22,34-40
Para meditar
«Ahora en
este séptimo capítulo me queda por tratar sobre la forma de las virtudes, que
es la caridad, única virtud que lleva al hombre a la perfección. Pues para
mortificar los vicios, para adelantar en gracia y para conseguir la perfección
de todas las virtudes, nada mejor puede tratarse y nada más útil escogerse que
la caridad. Porque la caridad tiene tanto poder, que ella sola cierra el
infierno, ella sola abre el cielo, ella sola infunde esperanza de salvación,
ella sola nos hace amables a Dios. Es de tanta eficacia la caridad, que ella
sola entre las virtudes se llama virtud, y el que tiene caridad es rico,
opulento y feliz, y el que no la tiene es pobre, mendigo y desdichado. Siendo
tan grande la caridad, hay que insistir en ella con preferencia a todas las
virtudes, y no en una caridad cualquiera, sino en aquella por la que Dios es
amado sobre todas las cosas y el prójimo por Dios» (San Buenaventura, Vida perfecta para religiosas, 7,1).
27 de abril
Jaime de Bitetto (✝1490)
El beato Jaime Varínguez nace en la primera mitad del
siglo XV en Zara (Dalmacia), hijo de Leonardo y Beatriz Varínguez. Ingresa en
la Orden a los veinte años. En 1438 viaja a Italia y después de recorrer varias
ciudades con su Provincial solicita la entrada en la Provincia de Bari. Vive en
oración y en silencio durante doce años en diferentes comunidades de la
Provincia. En el año 1456 es destinado a Bitetto (Bari. Italia) donde se le encomendó
el oficio de limosnero. Ayuda de una manera heroica en la peste del año 1482.
Hombre de oración y entrega desinteresada a los pobres, profesa una devoción
acentuada a la Virgen María, que practica en una gruta cercana al convento
llamada «La Bendita». De un carácter humilde y servicial, la Virgen María le
conduce a la unión más íntima con Dios. Muy anciano, muere el 27 de abril del
año 1490. El papa Clemente XI lo beatifica el 29 de diciembre de 1700.
Común de Santos Varones
Oración. Señor Dios,
que infundiste en el corazón del beato Jaime de Bitetto un amor admirable a la Virgen
María; concédenos, por su intercesión, vivir siempre impulsados por el espíritu
de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo.
Lecturas
«Dios ha escogido lo débil de este mundo»
Jesús se alegra de que la revelación
haya pasado de los sabios y entendidos a la gente sencilla y humilde (cf. Mt
11,15-30). Pablo siguiendo la enseñanza de Jesús, y como una de las
características de las primeras comunides cristianas, alaba su composición por
creyentes que pertenecen a las clases sociales más bajas, alejadas de los
poderosos de esta tierra. Es así como el Señor muestra, no sólo su elección,
sino también su poder salvador, para que nadie se engríe o vanaglorie en los
ámbitos de la dignidad humana y de la redención definitiva (cf. Lc 18,9-14).
Dios es el que elige, da la fuerza para serle fiel y dona la salvación
definitiva (cf. Jn 15,16).
Lectura de la
primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 1,26-31
Salmo responsorial Sal
15, 1-2a.5.7-8.9-10
El salmista canta el sentido que tiene en la vida humana cuando
el creyente se entrega por completo al Señor. Él es la heredad que todos
debemos esperar. Y cuando se da la experiencia de Él se desarrolla por medio de
una relación íntima, confiada, segura.
V. Tú
eres, Señor, el lote de mi heredad.
R. Tú
eres, Señor, el lote de mi heredad.
Aleluya Mt
5,8
Aleluya. Aleluya.
«Bienaventurados
los limpios de corazón
Porque ellos verán a Dios».
Aleluya.
Evangelio
«Vende
todo lo que tiene y compra el campo»
La
presencia de Dios en las palabras y hechos de Jesús que revelan el Reino
entraña algo nuevo e inaudito para el hombre. Es la nueva relación de amor que
Dios Padre establece con sus hijos y que contiene todos los bienes salvadores
que jamás se haya podido imaginar. Cuando se descubre, se sustituye por lo más
preciado que se pueda tener en la vida. El riesgo de abandonar los fundamentos
sobre lo que se construye la existencia, como son los bienes, el trabajo, la
familia, etc., (cf. Mc 10,21; Mt 6,19-34), todo lo que un hombre es capaz de
tener o acumular en su vida, no son comparables con la gran alegría que provoca
el haber dado en la diana de lo que es la felicidad y el objetivo de la
existencia: el Reino de Dios (cf. Mt 19,21; Lc 9,57.62). La clave de las dos
parábolas es la decisión de adquirir, la decisión de seguir a Jesús para
encontrar el Reino (cf. Mt 4,20.22; 8,22; etc.).
Lectura del santo Evangelio según San Mateo
13,44-46
Para meditar
«Pero
considera que aún hablando con tanta sabiduría, la beatísima Virgen María
mantiene la humildad más grande. En efecto, que ella fuese capaz de generar al
Hijo de Dios y recibiera todas las demás gracias, no se atribuye a su virtud,
sino a Aquel que es poderoso, que quiere celebrar su máxima potencia en la
humildad de la Virgen. Y que ella fuera totalmente santa, o generara al Santo
de los Santos, no lo atribuyó a su virginidad. Purificó a la mujer, que había
sido el origen del pecado, y lo hizo de forma tan perfecta que la transforma en
generadora de santidad, destinada a derramarse en todos los vasos de gracia de
los creyentes.
Y
todo esto se indica cuando dice: Aquel
que es poderoso y cuyo nombre es santo (Lc 1,49). Como si dijese: “Dado que
la mujer es la más vil de todas la criaturas racionales y del todo inmunda,
¿que sería de mí si la gracia no se me hubiera dado? Dicha gracia no se ha
manifestado de modo mejor que cuando Dios ha ensalzado a la mujer por encima de
toda criatura y la ha convertido en madre de toda gracia y pureza por medio de
su santidad» (Ubertino de Casale, “Commento
al Magnificat”, en Arbor vitae crocifixae Iesu, 2).
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