Jesús
y las mujeres
Antonio Piñero
Por Bernardo Pérez Andreo
Instituto Teológico
de Murcia OFM
Pontificia
Universidad Antonianum
Vuelve Antonio Piñero a publicar un libro que vio la
luz en 2008 y que, según sus propias palabras, no había captado la atención de
los y las especialistas en el ámbito de la investigación feminista sobre Jesús.
Prácticamente ninguna especialista se hizo eco de su aparición y la editorial
Trotta se hace cargo de dar más visibilidad a una obra que en su tiempo pasó
bastante desapercibida. No se trata, por tanto, de una novedad, sino antes bien
de una vuelta a la vida editorial, excesivamente breve en el panorama librero
español; nada resiste más allá de los 90 días de rigor como novedad, después va
al cajón del olvido de las referencias bibliográficas. Aprovechar que casi
cualquier cosa que lleve por título el nombre del fundador del cristianismo
posee tirón de ventas, es una buena idea para renovar la edición de una obra
marcada por la ocasión. Sin embargo, es muy posible que ese mismo sea su
déficit: hace tiempo que pasaron de moda las lucubraciones gnósticas de El código Da vinci y sus fantasiosas
propuestas, remake al fin del gnosticismo tradicional conservado en ciertos
aspectos por las historias de los Templarios.
La obra consta de 18 breves capítulos donde aborda
todos los aspectos de la relación de Jesús con las mujeres, a partir de la
literatura evangélica de los tres primeros siglos, entendiendo por literatura
evangélica, no solo la que está en los Evangelios canónicos, sino también los
apócrifos, fuente de conocimiento de la visión del cristianismo de los siglos
segundo y tercero. Por tanto, la obra enfrenta los textos y las perspectivas de
Jesús en su nacimiento e infancia, la relación con su madre y hermanos y, sobre
todo, hermanas, Jesús y las mujeres durante su ministerio, especialmente las
curaciones de mujeres, Jesús y el matrimonio, el divorcio, el celibato y la
homosexualidad (¡!), pero la parte más extensa es la dedicada a Jesús y María
Magdalena, tres capítulos y 50 de las poco más de 200 páginas de la obra.
La propuesta de Piñero en esta obra puede resumirse
como sigue. Jesús no dice nada que modifique la posición de la mujer en su
época, su madre y su familia son como las de la época, sin ningún tipo de
novedad. Defiende el matrimonio monogámico y a doctrina tradicional de familia
basada en el modelo patriarcal judío. Aunque defiende la “familia espiritual”
sobre la “carnal” ello no supuso ningún ataque a las estructuras
patriarcalistas vigentes. Su posición sobre el divorcio no plantea modificación
alguna sobre el papel de la mujer, solo se suma a la propuesta de una facción
judía, el fariseísmo más estricto. Tanto las parábolas como otros dichos de
Jesús, presentan a la mujer en una función secundaria en la sociedad sin
ofrecer doctrina alguna que la modifique. No se recoge en los Evangelios
ninguna proclama de igualdad esencial en funciones o naturaleza de la mujer.
Que Jesús curara a mujeres no indica ninguna preocupación de tipo feminista, a
lo sumo una extensión de la salvación de Dios a las mujeres. La tradición sobre
María Magdalena como discípula predilecta de Jesús se desarrolla tras su
muerte; no puede atribuirse al Jesús de la historia la atribución de un papel
relevante a este personaje. Los evangelios gnósticos no prueban un matrimonio
de Jesús con María Magdalena. Tampoco hay en ellos proclamas igualitaristas o
feministas. El encargo misionero es solo a los Doce y a varones en general, por
tanto, no hay nada en la historia de Jesús que puede avalar un supuesto
feminismo de Jesús o algún tipo de igualitarismo.
Queda resumido así el libro de Antonio Piñero, un libro
que promete más que demuestra, pues para demostrar cuanto hemos indicado en el
resumen habría que haber citado, al menos, una bibliografía diez veces más
amplia. En la mayoría de las aseveraciones depende de conclusiones propias o
bien de un especialista, en ningún caso hay una confrontación con el ingente
grupo de investigadores que opinan lo contrario, a los que se resumen en una
idea común que luego es descalificada sin más pruebas que su propia autoridad.
No parece que 200 páginas basten para contradecir una posición muy bien
asentada en muchos exegetas, expresada en cientos de obras. Al final, solo dos
posiciones, la de Esquinas y la de Corley, son las que respaldan las
afirmaciones. Sin embargo, de Corley no se cita una obra fundamental para
entender el papel de las mujeres en el origen del cristianismo, Maranatha. Ritos funerarios de las mujeres y
los orígenes del cristianismo (Verbo Divino, Estella 2012). Se trata de una
propuesta que va más allá de la diatriba del feminismo, ajeno a la mentalidad
de la época de Jesús, poniendo el papel de la mujer en un lugar preponderante
en su nacimiento, más allá de estructuras de poder e instalado en estructuras
de servicio. Éste y no el poder, es el núcleo del mensaje de Jesús. En el
servicio, la diakonía, hombres y mujeres son iguales, aunque las mujeres llevan
ventaja por la posición ocupada en la sociedad.
Bien podría el autor haber aprovechado la nueva edición
para actualizar su propuesta mediante las aportaciones de esta última obra de
Corley, sin quedarse en la primera propuesta de 2002. Sin embargo, la obra sí
mantiene un interés tanto para el público en general como para el investigador:
adentrarse en un modo muy distinto de analizar en interpretar los datos de los
evangelios, un modo que se aleja de la posición aceptada por la mayoría de
investigadores y que está siendo la base para una renovación de las propuestas
dogmáticas del cristianismo. Si aceptamos el Jesús de Piñero nos resultará muy complicado
entender cómo Jesús pudo ser el punto de partida de un movimiento de radical
renovación del mundo antiguo y la religión más importante de occidente.
Editorial Trotta, Madrid 2014, 343
pp, 14,5 x 23 cm.
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